Una vez escuché como alguien decía que un hombre puede
cambiar el mundo, pero por desgracia no creo en esa afirmación, ya que aunque
en parte lleva razón, no es cierta en su totalidad, un hombre, mujer, niño, no
puede cambiar el mundo a no ser que tenga una idea, un pensamiento, una
motivación, que pueda mover masas, que le lleve a hacer las locuras más
brillantes y los sacrificios más altruistas o egoistas que se puedan llevar a
cabo, yo opino que la frase debería ser, un pensamiento puede cambiar a la
humanidad.
Se que
no tengo ni poder, ni capacidad, como para poder cambiar el mundo, pero me encantaría poder cambiar las cosas, asi que, mi primera carta de protesta va dirigida
al egoismo, la crueldad, la maldad, todas esas cualidades que tenemos los seres
humanos que nos creemos superiores por haber nacido en un país rico, ese
sentimiento de superioridad que nos rodea y que nos hace creernos los reyes del
mundo, pero en verdad aunque me cueste decirlo ¿es que acaso no lo somos? Muy
pocos se salvan de las afirmaciones y de las cualidad que acabo de otorgar a un
porcentaje demasiado alto de nuestra población de países como nosotros solemos
llamar, desarrollados, pero ¿en qué estamos desarrollados? ¿en el consumismo?
¿en la falta de valor? ¿en el egoísmo? Porque no creo que ningún país de los
cuales llamamos potencias mundiales, o a los cuales otorgamos el titulo de que
mueven el mundo se merezcan mi respeto, ni el de los locos como yo.
Esas personas que están al otro lado del mar luchando día tras día por su
libertad y a las cuales volvemos la espalda. A mis ojos la crueldad y el
insulto hacia la raza humana, hacia aquello que juramos respetar, hacia aquello
que prometimos amar, se ha quedado por desgracia en unas meras palabras
escritas por soñadores que imaginaron un futuro el cual ha sido consumido por la
codicia.
Es cierto que fuimos luchadores, luchamos por nuestros
derechos,y también es verdad que nos matamos
los unos a los otros, es verdad que hemos luchado, que hemos combatido, y que
hemos conseguido nuestra libertad, pero siempre la nuestra, solo hemos
batallado nuestras batallas, aquellas que nos interesan, aquellas que nos
afectan. Imagina por un momento tener tres años y que tus padres te digan que
tienes que hacer la maleta pero solo lo justo, que vas camino de la libertad, y
que a partir de ahora vas a poder vivir en paz, imagina recorer miles de
kilomentros, pero sin ninguna zapatilla que cueste más de cien euros, con
ninguna suela especial, y ninguna camara de aire, imagina tus pies descalzos
andando por dias, y que lo único que te impulse sea el pesamiento de que al
final de ese camino serás libre, imagina, meterte en una barca que ves que se
va a hundir y mirar al cielo pensando que ya queda poco, que en seguida
llegarás a esa tierra prometida, imagina esa ola, imagina ese quiebro imagina
tu cuerpo hundiendose y que no exista ninguna guardia maritima que te vaya a
rescatar, imaginate muriendo en un mar que te iba a conducir a la libertad y
sentirte satisfecho por que al menos sabes que tu cuerpo llegará a las puertas
de ese paraíso que te vuelve la espalda.
¿Por qué? es lo que me pregunto día tras día, ¿de verdad nos
hemos vuelto tan narcisistas? nos crean en la bondad, y estudiamos guerras y defendemos la felicidad del mundo cuando en verdad,
llevamos una mascara transparenre con la cual tratamos de evitar la mirada a
ese continente que nos pide auxilio.
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